Todos en alguna oportunidad hemos tenido malas experiencias en cuanto al servicio que se presta, en la caja de un supermercado, en un restaurante, un banco o en una entidad pública o privada y estas malas experiencias hacen que nuestro concepto e imagen del establecimiento decaiga, trayendo como consecuencia el decaimiento de los resultados económicos del lugar.
Para evitar estas consecuencias es importante que las instituciones proporcionen posibilidades de capacitación en esta área a su personal que trabaja en la atención directa al cliente y además supervisen la aplicación de las competencias que desarrollan los participantes de nuestro programa.