Hace unos años atrás, el profesor Frank S. Endicott, de la Northwestern University presentó el resultado de un estudio realizado en 70% de las principales corporaciones de Estados Unidos, que demuestra que solo la capacidad intelectual no es el elemento más importante que contribuye a conseguir un buen trabajo.
El profesor Endicott tuvo la cooperación del personal correspondiente a setenta de las más importantes corporaciones que en los Estados Unidos realizan trabajos industriales, de transporte, servicio, comercio y finanzas. Estas compañías emplean a más de 15.000 graduados por año.
Analizando el profesor Endicott los factores tenidos en cuenta para conceder los empleos en estas grandes organizaciones, llegó a la conclusión de que un tercio de las respuestas dadas por los empleadores, indicaban que las altas calificaciones académicas eran consideradas como indicativas de valor incierto o dudoso.
Solamente un veinte por ciento consideraba a tales calificaciones como elemento esencial y esto con referencia a los cargos técnicos. Una de las corporaciones más importantes respondió: “no damos ninguna preferencia si ese elemento está solo. Preferimos a aquellos estudiantes que son individuos cabales, han llegado a la madurez, poseen experiencia en el trabajo, y han sabido adaptarse ellos mismos a cada situación práctica en la industria, los servicios o el comercio”.
El ochenta por ciento de los empleadores concedieron en sus respuestas, que mostraron dar mayor importancia a las cualidades personales y sociales que a las notas sobresalientes.
Cuando el profesor Endicott pidió a las setenta corporaciones que le prepararan una lista de las características específicas de la personalidad que fueran consideradas esenciales en la selección del personal, descubrió que la relativa a la aptitud para desenvolverse en público, abordarlo y hablarle con facilidad, prevalecía sobre las demás.
He aquí las principales características de la personalidad, ordenadas sucesivamente de acuerdo a la frecuencia con que fueron mencionadas en los informes:
· 49 veces: Aptitud para desenvolverse en público y trabajar en cooperación con los demás.
· 35 veces: Aptitud para abordar y conversar con el público de modo fácil y eficaz.
· 32 veces: Apariencia atractiva, pulcritud y buena presentación. 29 veces: Iniciativa y originalidad.
· 29 veces: Laboriosidad, energía y entusiasmo.
· 22 veces: Confianza y seguridad en sí mismo.
· 15 veces: Lealtad.
· 9 veces: Sentido del humor.
· 7 veces: Buenas maneras y cortesía.
Una sugestiva respuesta a la cuestión planteada por el profesor Endicott acerca del valor de las cualidades personales, trae a consideración el asunto del poder intelectual relacionado y puesto en balanza con el carácter.
“Nosotros insistimos en cosas tales como el tacto, la perspicacia, la integridad mental, etc. La inteligencia, desde luego, incide sobre todos estos atributos. Resulta muy poco útil el tratar con quien no sea capaz de entenderse con sus compañeros de trabajo. Dejando de lado la habilidad técnica, tal clase de gente resulta ser ineficaz, y causa de muchos fracasos”.
Los resultados siempre tienden a confirmar esta verdad: la mediocridad intelectual unida a una buena personalidad llega siempre mucho más lejos que una buena potencia intelectual desprovista de un adecuado carácter.