Andrés Franco
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A continuación se demuestra en términos monetarios cuánto vale el poder del carácter personal, tomando como referencia datos serios de un análisis realizado en la escuela de ingeniería de la Universidad de Purdue, donde la mayoría de las personas que leen este artículo podrían pensar que en esta área la capacidad técnica e intelectual es más importante que el carácter de una persona para lograr mejores ingresos.
Durante cinco años y medio, los ingenieros más capaces de Purdue desempeñaron sus respectivas labores y ganaron un sueldo anual promedio de U$s 31.536. Durante el mismo período de tiempo, los técnicos clasificados como de menor capacidad intelectual en el grupo, aquellos que apenas lograron graduarse, obtuvieron un sueldo promedio de U$s 29.736. Esto revela una ventaja de U$s 1.800 anuales en favor de los mejores cerebros.
Pero el poder del carácter personal también fue objeto de estudio, y después de cinco años y medio de trabajo, los técnicos mejor clasificados por su personalidad, obtenían un promedio de U$s 36.000 al año, frente al de U$s 24.696 que lograban los que no eran tan estimados bajo este concepto. Lo cual indica una ventaja de U$s 11.304 anuales, que debía atribuirse a las virtudes del carácter.
Los mejores intelectos, comparados con los más modestos, rendían un beneficio no superior a U$s 1.800 por año.
El mejor carácter, respecto al menos estimado, aportaba una ventaja personal de U$s 11.304 por año.
La bonificación obtenida por la mejor personalidad era seis veces superior a la que lograba la mejor formación técnica.
Los elementos específicos aportados por este informe de Purdue difieren en algo de los que ponen de manifiesto otros estudios, pero en lo básico, las cualidades requeridas son similares: entusiasmo, tacto, confianza en sí mismo, memoria, energía, corrección, espíritu cooperativo, lealtad, sinceridad, originalidad, simpatía, interés social y... buen humor.
Ciertamente, las ganancias no constituyen una medida completa del éxito de una persona. Ellas, sin embargo, son una definida manifestación de mérito e indudablemente, un resultado apetecible; y cuando se considera que aquellas cualidades de la personalidad que traen el buen éxito en los negocios y profesiones, son las mismas que también enriquecen y valorizan la vida considerada en todas sus actividades, entonces ese criterio adquiere más significativa importancia.